martes, 16 de febrero de 2010

30 rastas, cinco años como compañeras


Lo primero que sentí al cortar las rastas fue mi imagen en el espejo, me veía fea (todo hay que decirlo), pero mi cara estaba despejada:), y me moló!. No tardé mucho en redescubrir todo un mundo de sensaciones: libertad, la cabeza me pesa medio quilo menos; el frescuni entrando por el cuello abajo (ando con capucha casi to el día); el gustazo de lavarse la cabeza; de rascarte a tope; mis remolinos que de noche parece que luchan entre ellos y amanezco que ahora en vez de la de ojos de brujo, me parezco al...mejor opinen, jejejej.
Reconozco que estaba un poco acojonada, pero cada vez se me pasaba más por la cabeza cortarlas, y me moló el plan de volver sin rastas para los madriles y para empeza una nueva vida en Cádiz. Siempre fueron parte de mi vida, la primera de todas (con cascabel incluído; también buen compañero) expresión de tránsito en mi vida, las siguientes, gente, amores, experimentos, soledad, amigos, recuerdos, tiempo... Por todo esto, este momento también debía de ser importante en mi vida, y este espero que lo sea.
Ahora tengo una bolsa llena de rastas, y aún, una en la cabeza, la rastona, aunque también será desalojada.

4 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo, estás bastante punkarra. Y dile a tu madre que no tiene buen ojo.

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  2. Madre mía que cambio!! Creo que nunca habia visto a nadie con unas rastas tan bonitas como lastuyas. Pero como guapa eres, con o sin rastas lo mantienes. 1 besazo y pa lante con la nueva etapa!!!

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